Joven entre los jóvenes - Campesino Digital

Notas:

domingo, 5 de septiembre de 2010

Joven entre los jóvenes


Yvelisse Prats-Ramírez de Pérez

A diferencia del poeta, no me lamento de la juventud que se fue porque no me he percatado de esa ausencia. Cuando quiero llorar, lloro, que para eso me hizo Dios humana y me creó con lacrimales en los ojos; a veces, en eso sí hago lo que dice Rubén Darío, lloro sin querer, frente a la injusticia y los abusos.

Lo que me inspiran los jóvenes no es envidia ni pena, porque ya no lo soy. Ni ganas de llorar si comparo sus caras lozanas con mis arrugas, que cada vez se marcan como testimonios y como certezas.

Lo que me inspiran los jóvenes no es envidia ni pena, porque ya no lo soy. Ni ganas de llorar si comparo sus caras lozanas con mis arrugas, que cada vez se marcan como testimonios y como certezas.
Por lo contrario, me siento tan cómoda y tan contenta entre ellos, que he parafraseado para mi uso ese racista refrán que dice: “En mi casa, negro yo y el caldero”. Lo he traducido a dos categorías igualmente biológicas que refl ejan mi afección a los jóvenes: “En mi casa, vieja yo, y ni el caldero”.

Con esa frase de la paremiología Yvelissiana inicié mis palabras en la inauguración de un Encuentro de jóvenes perredeístas en la Casa Nacional del Partido el domingo pasado. Las risas de los muchachos y muchachas presentes enmarcaron en alegre comprensión lo que luego les dije, ya en serio, sobre el I Congreso Nacional del Partido que se está organizando, y sobre el rol de ellos, los jóvenes y las jóvenes perredeístas ante el Congreso, presentando demandas y compromisos fuertes, en el partido y fuera de él, como entes sociales indispensables en la renovación partidaria y en la construcción de un nuevo, más justo, solidario y equitativo modelo de nación.

Para frenar mi locuacidad, tenía el dogal de un programa apretado en que esperaban su turno, Jean Luis Rodríguez, presidente de la JRD, un joven valioso; dos representantes de los equipos que convocaron el encuentro, Juan Alberto Liranzo y Max Montilla, y dos selectos facilitadores, Fafa Taveras y Fabricio Gómez, llamados a provocar con sus exposiciones los debates y trabajos en grupo que duraron hasta entrada la tarde.

Antes de que yo les hablara, Tirso Mejía Ricart, presidente de la Comisión Organizadora del Congreso, un dirigente militante que es un lujo para el PRD, les explicó lo que sería el Congreso, lo que queremos que sea para dar validez a su lema “Por la unidad y la renovación”.
En la plenaria del Congreso tendremos que aplaudir largamente la persistencia terca con la que Tirso y el Foro Renovador del PRD mantuvieron la idea del Congreso sin achicarse ni un día.

Los/las jóvenes que nos oían el domingo son imprescindibles en la agenda del Congreso. El simple hecho del interés manifi esto con que celebraron este “congresillo” para elaborar sus propuestas generacionales, da la cachetada de un mentís rotundo a los que solo ven en los jóvenes indolencia y desinterés por la política. En el PRD, por lo menos, hay jóvenes que piensan, razonan y que sueñan, no sólo cosas buenas para ellos/as, sino para su partido, para su país y para el mundo.

Partiendo de esa gozosa comprobación sintonicé el domingo con los jóvenes. Ellos/as son la generación informática, la que chatea y fabrica desde sus facebooks y sus twitters una nueva subcultura comunicacional; yo vengo de los años en que la única arma creadora de los intelectuales era la palabra, oral o escrita, en libros. Pero el domingo sentí cálidamente el nexo que nos unía, y entonces me atreví a interpretarlos. Les recordé que tienen una doble función en el partido; hacia dentro, demandar, y ganar la cuota de participación que les toca, sobre todo donde se toman decisiones; hacia fuera, crecer cualitativa y cualitativamente, buscando adhesiones y votos para ganar en el 2012.

Ya luego, el PRD en el gobierno, desde la Secretaría de la Juventud, y en la transversalidad generacional que como la de género debe garantizar la equidad y la justicia, impulsarán políticas públicas para los jóvenes en todas las áreas del quehacer social, empezando por el “Primer Empleo” promesa de Miguel Vargas que debe cumplir el PRD sea quien sea el próximo presidente perredeísta de la República.

Eso les dije, y después que concluyó la primera parte del encuentro me retiré para cumplir otro compromiso, esta vez familiar e íntimo.

Salí de la Casa Nacional, segura, orgullosa, tan cercana a esos/as jóvenes que rechacé más que nunca el llanto que derramó Darío sobre su vejez angustiosa.

Descodifi co mi refrán, lo codifi co de nuevo: El caldero se irá poniendo viejo, qué duda cabe. Pero yo no. Retorno a ser joven entre los jóvenes, con ellos y por ellos. Aunque mis canas lo desmientan, mi corazón lo afi rma, desafi ando al poeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario